07 noviembre 2009

ULTIMA AUDIENCIA




De pronto me sentí como en otra ciudad, ella lo dijo muy claro: nada nos une ya...
Saqué mi pluma y sobre un poema inútil recuperé un poema imaginado:

“ Libre...libre...
esta libertad no es dulce
no es la libertad de las aves
ni de las mariposas
es la libertad
del perro abandonado
a mitad de la nada
por su dueño
la libertad del canario
fugitivo,
una libertad a secas... “

Todos estuvimos de acuerdo en un mismo punto, todo sabíamos porqué había terminado y porque no habría regreso. El aceptó de mala gana una liberación anticipada, yo retiré los cargos.

“Libre...libre...”

Esperamos afuera de la oficina que siguiera el trámite pero ya no era una espera acompañada. Me recargué en el cristal y vi la calle. Ella me devolvió la mirada en todo el esplendor de un medio día. Pero era una ciudad distinta. Era una ciudad extraña.
Miré sobre los tejados a lo lejos, desde mi perspectiva de cuarto piso, la cuidad parece un cúmulo de cables y tinacos.
El ambiente era tenso y al mismo tiempo había algo como un peso que se desvanecía en el aire: la espera interminable del minuto que no se quiso ir.
Perro sin dueño, gorrión fugitivo, los dos nos fuimos cada uno por su lado.

A lamer otros huesos.

A buscar otros pájaros.

..o tal vez solamente una ventana desde donde saltar.

“Libre... libre...”



* * *

1 comentario:

  1. Cuando ya nada se puede rescatar, cuando todo está perdido, lo mejor es recuperar "esa libertad" para intentar sanar las heridas.
    Es lamentable, inevitable y hasta te diría doloroso, pero no tanto como seguir juntos por compromiso, cuando ya no existe más el amor.
    Besitos de Luz.
    Elenita

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